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Los frutos de la oración

Es un deber el de la oración que, además, acarrea copiosísimos y dulcísimos frutos a las almas cuando saben vivirlo.

1. Servicio y alabanza de Dios.


Con ella, en primer lugar, honramos y alabamos a Dios. La Sagrada Escritura compara la plegaria a un suave perfume:

Que mi oración suba hasta ti como el incienso  
(Sal 140, 2)

Al hacer oración nos reconocemos subditos de Dios y le confesamos principio y fuente de todo bien; le invocamos como nuestro refugio y defensa, como nuestra seguridad y salvación. Es el mismo Dios quien nos dice:

(Sal 49, 15)


2. Seguridad de ser escuchados.


Otro fruto precioso de la oración es el saber que nuestras súplicas son escuchadas por Dios. San Agustín dice: La oración es la llave del cielo; porque sube la plegaria y baja la misericordia de Dios. Muy baja está la tierra y muy sublime es el ciclo; pero Dios escucha siempre el clamor del hombre cuando procede de un corazón puro.

Y aquí radica el valor y eficacia de la oración: en que por ella conseguimos las más espléndidas riquezas de los cielos. Fruto suyo son los dones del Espíritu Santo, que nos guía, ilumina y asiste; la conservación e incolumidad de la fe, la exención de las penas, la defensa en las tentaciones, la victoria del demonio y las más bellas alegrías de la vida espiritual, según la palabra de Cristo:

Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre;
pedid y recibiréis, para que sea cumplido vuestro gozo.
(Jn 16, 24)

No puede dudarse que la bondad de Dios escucha siempre y acoge nuestras plegarias. La Sagrada Escritura está llena de testimonios que lo confirman. Recordemos, sólo a modo de ejemplo, aquellas palabras del profeta Isaías: Entonces llamarás, y Yave te oirá; le invocarás, y Él dirá:

Heme aquí...;
antes que ellos me llamen, les responderé yo;
todavía no habrán acabado de hablar,
y ya los habré escuchado
(Is 58, 9) (Is 65, 24)


Sucede, no obstante, con frecuencia, que el Señor no nos concede lo que le pedimos. Pero es innegable que también en estos casos el Señor mira por nuestro bien, o concediéndonos mayores y mejores bienes que los que nosotros le habíamos pedido, o porque aquello que deseábamos no nos era necesario ni útil, y hasta quizá nos era perjudicial para el alma. Cuando Dios nos está propicio -escribe San Agustín- nos niega aquello que nos concede cuando está airado.


Otras veces ocurre esto porque lo pedimos tan mal, con tanta flojedad y tibieza, que ni casi nosotros mismos sabemos lo que pedimos. Debiendo ser la oración una elevación de nuestra alma a Dios, nos distraemos con preocupaciones extrañas, y salen de nuestros labios las palabras sin ninguna atención y devoción. ¿Cómo puede ser plegaria esta vana confusión de sonidos? ¿Y cómo hemos de pretender en serio que Dios nos escuche, si nosotros mismos demostramos palpablemente con nuestra negligencia y descuido dar muy poca importancia a lo que pedimos?

Sólo quien ore atenta y devotamente, puede confiar obtener lo que suplica. Y lo obtendrá con divina superabundancia, como sucedió al hijo pródigo de la parábola, que, arrepentido de su pecado, sólo pedía ser acogido como esclavo y fue festejado como hijo.

Y no sólo las palabras. Los meros deseos más íntimos del alma -sin esperar a que lleguen a expresarse externamente- son acogidos siempre favorablemente por Dios cuando brotan de un corazón sencillo:

Tú, ¡oh Yave!, oyes las preces de los humildes,
fortaleces su corazón, les das oídos
(Sal 10, 17)


3. Práctica de virtudes.


Otro fruto de la oración es el ejercicio y crecimiento de las virtudes, especialmente de la fe. Los que no creen en Dios, no pueden orar eficazmente:

¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído?
(Rm 10, 14)

En cambio, cuanto mayor sea la fe, tanto más fervorosa será la plegaria con que nos apoyemos en la bondad y misericordia de Dios, de quien esperamos cuanto nos es necesario.

Es cierto que Dios puede darnos todos sus dones sin que se los pidamos y sin que ni siquiera pensemos en nuestra necesidad, como lo hace con las criaturas irracionales. Mas para el hombre, Dios es Padre, y quiere ser invocado por sus hijos; quiere que cada día le supliquemos con confianza y que cada día se lo agradezcamos con consciente gratitud.

Se aumenta también en la oración el fervor de la caridad, sintiéndonos obligados a amar a Dios con tanta mayor intensidad cuanto más le reconocemos en la experiencia como autor de todos nuestros beneficios. Y, como sucede siempre entre corazones que se aman, nos levantaremos de su contacto más inflamados en amor, por haberle conocido un poco más y haber gustado más íntimamente sus alegrías.

Quiere el Señor que oremos asiduamente, porque en la plegaria se agrandan y dilatan las aspiraciones espirituales; y por esta asiduidad y deseos nos hacemos dignos de los beneficios de Dios, de los que nuestra alma, inicialmen-te perezosa y mezquina, era quizá indigna.

Quiere además el Señor que comprendamos y reconozcamos que sin su ayuda nada podemos con nuestras solas fuerzas, mientras que con el auxilio de su gracia podemos conseguirlo todo. Sólo en la oración encontraremos las poderosas armas para vencer al demonio y demás enemigos espirituales. Contra el demonio y sus armas -escribe San Hilario- sólo podemos combatir con el grito de nuestras plegarias.


4. Remedio contra las fuerzas del mal.


Fruto de la oración es también aquella suprema iluminación con la que Dios nos hará comprender nuestra natural inclinación al mal y nos dará conciencia de la debilidad frente a los movimientos instintivos de la concupiscencia. Sólo las fervorosas oraciones nos alcanzarán la necesaria fortaleza de alma para no caer, y nos purificará de nuestras culpas pasadas.


5. Pararrayo de la ira divina.


Por último, la oración según doctrina de San Jerónimo aplaca la ira divina.

Cuando Moisés oponía sus ardientes súplicas a la cólera de Dios, que quería vengarse de los pecados de su pueblo, el Señor le dice:  ¡Déjame!  (Ex 32, 10)

En realidad, nada hay que pueda aplacar con más eficacia la ira de Dios y desarmarla de los rayos con que quiere y debe castigar los delitos de los pecadores como la fervorosa oración de las almas piadosas.

Catecismo Romano

El cimiento de la casa

El fundamento, la fuerza que mueve la vida, la esencia, el por qué de todo siempre es Dios.
Así ha de ser también en la vida personal, el motor ha de ser Dios, el porqué del obrar personal ha de ser Él. Si no ocurre así en la vida de cada persona, antes o después se derrumbará como la casa que se levanta sobre arena y no sobre roca. 
Quien asienta su vida sobre Dios siempre está construyendo, levantando, y nada de cuanto edifique se vendrá abajo; podrán venir fuertes temporales o grandes tormentas, pero sólo servirán para afianzar cada vez más los cimientos.
Si tenemos a Dios por fundamento, si tenemos verdadero amor a nuestro Padre Dios, viviremos en el ansia de agradarle y buscaremos alegrarle en todo cuanto hacemos.


 Esta búsqueda si es sincera, nos llevará a la unión con Él, porque cumpliendo su voluntad con amor de hijos, nos adherimos a Él, al querer todo cuanto Él quiere.
Para llegar a esa unión de la voluntad personal con la de Dios Padre, hemos de pedir la gracia y corresponder a ella.
Esta unión con Dios no es cosa para los ángeles, sino para nosotros, hechos a “imago Dei”.
Dios no pone obstáculos sino que todo son medios para la unión perfecta con Él. El mundo creado, la materia, es un medio para alcanzar la unión con Dios, es un trampolín para llegar a Dios.
Pensar que la materia es un impedimento, es una idea que por envidia al hombre, el maligno siembra en las inteligencias.
Si comprendemos que todo nos lleva a Dios, el método de ascesis más correcto es el de utilizar la materia para crecer y correr hacia Él.

El mundo que nos rodea es un regalo de Dios para servicio nuestro para alcanzar la perfecta unión con Él.
La materia no es despreciada por Dios, al contrario: es glorificada con la resurrección y con la eternidad.
Jesucristo, hombre verdadero y Dios verdadero es el punto de la historia donde se junta la divinidad con la humanidad, pues de igual manera cada uno de nosotros somos como un punto en la historia donde se junta el espíritu con la materia, la eternidad con lo temporal; es Dios quien así lo quiere, porque nos dio un cuerpo material, sujeto a la corrupción de la tierra por el pecado original y nos dio también un alma que es eterna.


Si observamos con atención la naturaleza, con los ojos con que Dios la mira, todo nos valdrá para llegar a Él.
Todo habla de Dios.
La noche nos habla de la oscuridad de esta vida donde la estrella de la fe nos orienta.
Una criatura en el seno de su madre nos recuerda que nuestra alma es como una criatura indefensa en el mundo que necesita el alimento de la Iglesia para poder crecer y desarrollarse y un día nacer a la vida eterna.
El tiempo de la poda nos recuerda que el sufrimiento es necesario para dar fruto bueno y abundante.
El brote nuevo que abre la tierra nos habla de la resurrección final.
La flor de la camelia en invierno nos habla de Dios hecho hombre que nace en medio de la frialdad del mundo.
El retoño de primavera en las ramas vacías de los árboles nos habla de la resurrección de Jesucristo que llena de vida la historia de la humanidad, dando una esperanza al sufrimiento y a la muerte.

Hemos de ver este mundo, no como impedimento para la oración, sino como medio.
Todo habla de Dios a las almas que viven pendientes y atentas a la voz suave del Espíritu Santo.

Escuchando con atención, tratando con Dios de esta manera, elevando pequeñas jaculatorias desde el corazón y cumpliendo todo aquello que el Espíritu Santo va indicando se llegará pronto a la unión con Dios, que es el fin del hombre sobre la tierra: conocer, amar y servir a Dios.
Y después ser felices con Él en el cielo.

EL NACIMIENTO VERDADERO


MAYO 2011


·       Convivencias para niños y jóvenes en Abril:
Ø      Lunes 18: niñas de 10.30 de la mañana a 7.30 de la tarde
Ø      Martes 19: jóvenes de 11.00 de la mañana a 7.00 de la tarde
Ø      Miércoles 20: niños de 10.30 de la mañana a 7.30 de la tarde

·       El Mes de Mayo es el mes de María, esmeráos en preparar un altar a la Virgen Santísima en un lugar visible de la casa, renovad la consagración a Ella cada día, rezad el Rosario en familia, ofrecedle cada día las flores de virtudes para adornar su trono en el Cielo. Honrar a la Madre es honrar al Hijo. Y alegrar el Corazón Inmaculado de María es alegrar el Corazón de Dios.

·       A partir del jueves 5 a las 7.30 de la tarde, tendremos la Novena a Nuestra Señora de Fátima ofrecida por Teresa Garrido Pérez.

·       El viernes 13 habrá Misa cantada a la Virgen de Fátima a las 10.00 de la mañana. La novena será por la tarde.

·       Durante este mes, el Mes de María, os invitamos a rezar el Santo Rosario en esta casa a las 7.30 de la tarde. Nos alegrará gozar de vuestra compañía honrando a la Virgen.

·       CINEFORUM A.J. : Los sábados de Mayo a las 11.00 de la mañana sesión niños y a las 8.00 de la tarde sesión adultos. Entrada 1 € adultos y 0,50 € niños, destinado a los fondos del grupo “Amigos de Jesús”.

EL MINISTERIO DE LECTORADO

La Iglesia instituyó ya en tiempos antiquísimos algunos ministerios para dar debidamente a Dios el culto sagrado y para el servicio del Pueblo de Dios, según sus necesidades; con ellos se encomendaba a los fieles, para que las ejercieran, funciones litúrgico-religiosas y de caridad, en conformidad con las diversas circunstancias. Estos ministerios se conferían muchas veces con un rito especial mediante el cual el fiel, una vez obtenida la bendición de Dios, quedaba constituido dentro de una clase o grado para desempeñar una determinada función eclesiástica.
Ya San Justino en el año 150 de la era cristiana, da testimonio de la institución oficial del ministerio de lector, que era “instituido cuando el obispo le entrega el libro” según nos dice la Traditio apostólica de San Hipólito.
Las Constituciones apostólicas escritas en torno al año 380 nos transmiten una hermosa oración para instituir lectores: “Dios eterno, Tú, que en la antigüedad instruiste a Esdras, para que leyera tus preceptos a tu pueblo, instruye ahora, te lo suplicamos, a este siervo tuyo y concédele que cumpla de manera irreprochable el oficio que se le ha confiado. Por Cristo, a ti la gloria y la veneración, en el Espíritu Santo, por los siglos. Amén”.

El Lector queda instituido para la función, que le es propia, de leer la palabra de Dios en la asamblea litúrgica. Por lo cual proclamará las lecturas de la Sagrada Escritura, pero no el Evangelio, en la Misa y en las demás celebraciones sagradas; faltando el salmista, recitará el Salmo interleccional; proclamará las intenciones de la Oración Universal de los fieles, cuando no haya a disposición diácono o cantor; dirigirá el canto y la participación del pueblo fiel; instruirá a los fieles para recibir dignamente los Sacramentos. También podrá, cuando sea necesario, encargarse de la preparación de otros fieles a quienes se encomiende temporalmente la lectura de la Sagrada Escritura en los actos litúrgicos. Para realizar mejor y más perfectamente estas funciones, medite con asiduidad la Sagrada Escritura.
El Lector, consciente de la responsabilidad adquirida, procure con todo empeño y ponga los medios aptos para conseguir cada día más plenamente el suave y vivo amor, así como el conocimiento de la Sagrada Escritura, para llegar a ser más perfecto discípulo del Señor.
 

CONFIANZA Y AMOR

BENEDICTO XVI

TERESITA: “CONFIANZA Y AMOR”


“Teresa nos indica a todos nosotros que la vida cristiana consiste en vivir plenamente la gracia del Bautismo en el don total de sí al Amor del Padre, para vivir como Cristo, en el fuego del Espíritu Santo, Su mismo amor por los demás”.

CEREMONIA DE LECTORADO

El pasado Domingo 4 de Abril acudimos a la ceremonia en la que los Hermanos José Manuel Mª del Costado de Cristo y Carlos Mª de San José fueron instituidos Lectores por D. Braulo, Arzobispo de Toledo en la parroquia de Santo Tomé de esa ciudad, donde colaboran como sacristanes desde hace año y medio.

 Pudimos ir desde aquí una pequeña representación de la Fraternidad: una religiosa, un matrimonio de Militantes, cuatro Colaboradores y dos A.J.  

La ceremonia fue sencilla y muy solemne. Bien preparada, como es costumbre. Los ornamentos de color rosa manifestaban la alegría del domingo Laetare.

 La liturgia acompañaba así el gozo de nuestros Hermanos y el nuestro. Quizá sobran las palabras para expresar los que los corazones de todos experimentaron en estos momentos. La Liturgia de la Iglesia, siempre inspirada por el Espíritu Santo, expresa a la perfección lo que las palabras de los hombres no alcanzamos a describir: “Festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis. Alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto.Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos.”

 Después de la homilía, el Señor Arzobispo llama a los candidatos, eleva por ellos una oración a Dios Padre y los bendice, el rito concluye con la entrega del libro de la Sagrada Escritura con estas palabras: “Recibe el libro de la Sagrada Escritura y transmite fielmente la Palabra de Dios, para que sea cada día más viva y eficaz en el corazón de los hombres”.


Continúa la Santa Misa y finalizada la ceremonia, durante la acción de gracias el P. Manuel dirigió una hermosas palabras de agradecimiento y felicitación al Sr. Arzobispo, que estaba de aniversario de ordenación sacerdotal.

Terminó la celebración ante el altar de la Virgen, a quien los Hermanos renovaron su consagración y confiaron los frutos de este nuevo ministerio, primer paso hacia el sacerdocio.

¡Gloria a Jesús en María!

ORACIÓN A SANTA TERESITA


¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La Cruz de la vida me pesa mucho y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecitas de Jesús! Envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud, para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra.
¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dame fuerza para cumplir con mi deber y concédeme la gracia que en esta oración te pido.

ORACIÓN A SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE


¡Oh glorioso San Juan Bautista de La Salle, apóstol de la niñez y de la juventud, sed desde lo alto del cielo nuestro guía y protector. Interceded por nosotros, asistidnos, para que preservados de toda mancha de error y de corrupción, permanezcamos fieles a Jesucristo y a la cabeza infalible de la Iglesia, el Sumo Pontífice. Haced que, ejercitándonos en las virtudes en que fuisteis tan admirable ejemplar, merezcamos ser participantes de la gloria que ahora gozáis en la patria celestial.

ORACIÓN A SAN BENITO


San Benito, Padre y Protector nuestro, tu no te antepusiste a nada ante Cristo desde que lo hallaste en la oración. Intercede para que también nosotros podamos encontrarlo y así vivamos en el amor del Eterno Padre y en la victoria de la Cruz de su Hijo. Que unamos nuestros sufrimientos a los de la Pasión y muerte de Jesús para la redención de nuestros pecados. Amen.

SANTOS PROTECTORES

Los religiosos en la Fraternidad veneramos con especial devoción, de entre todos los Santos, a tres en especial: San Juan Bautista de la Salle, Santa Teresita del Niño Jesús y San Benito. Y a ellos dedicamos este mes de Abril.
De su vida y enseñanzas vamos aprendiendo a servir mejor y más ardientemente a Nuestro Señor, a agradarle cada día más y a hacer eficaz nuestro servicio “en la Casa del Señor”.
Queremos en este número compartir muy brevemente algunos aspectos que son útiles a la vida de todo cristiano, sea o no religioso.

De San Benito son admirables sus enseñanzas en la vida litúrgica:  Terminada su misión redentora en la tierra, Cristo dejó a su Iglesia -su amadísima Esposa- el encargo de perpetuar a través de los siglos aquella incesante “alabanza de gloria” comenzada por Él en la tierra y continuada en el cielo como Cabeza de su Cuerpo místico hasta el fin de los siglos (Cf. Hebre 7, 25). He aquí la liturgia, o sea, la alabanza de la Iglesia unida y apoyada en Cristo. Es la “voz de la Esposa” -vox sponsae- que Dios escucha siempre con particular complacencia y que tiene, por lo mismo, una eficacia incomparable ante su divino acatamiento.

El espíritu de fe hace meritorias todas nuestras acciones, por pequeñas e insignificantes que sean en sí mismas. Porque las acciones son producidas por los pensamientos y los afectos y, por lo mismo, reciben todo su valor del principio de donde emanan: “Si la raíz es santa, también las ramas”
  Todo es meritorio en la vida del justo, precisamente porque vive de la fe. Si hace oración es en espíritu de fe; si habla, si lee, si escribe, es en espíritu de fe; si alimenta su cuerpo o concede algún descanso a su inteligencia, es siempre en espíritu de fe. Todos los acontecimientos de la vida, agradables o dolorosos: la salud, la enfermedad, el honor, el menosprecio…, todo es dirigido por él al término de la fe. Y así aumenta sin cesar el tesoro de sus merecimientos: todas sus obras son obras de santificación, precisamente porque todas ellas provienen de la fe.


La fidelidad a las cosas pequeñas por amor es uno de los rasgos más característicos del espíritu de infancia espiritual y, a la vez, señal distintiva de un espíritu gigante. “Lo que es pequeño es pequeño-decía San Agustín-; pero ser fiel a lo pequeño es una cosa muy grande”. Es el amor lo único que da valor y excelencia soberana a estos actos insignificantes. La caridad es el alma de toda la vida sobrenatural y la que convierte en oro de ley los más insignificantes actos de virtud.



*** para ampliar la lectura pulsar sobre los nombres***

EL CAMINO HACIA DIOS


Hno. Carlos Mª de San José

ABRIL 2011


·             De Martes a Viernes a las 10.00 de la mañana, se celebra la Santa Misa.
·             Los viernes 1 y 8 a las 7.30 de la tarde tendremos el Santo ejercicio del Vía Crucis.
·             El viernes 15 a las 7.30 de la tarde celebraremos la Conmemoración de los Siete Dolores de la Virgen. Será precedido de un Triduo, los días 12, 13 y 14 a las 7.30 de la tarde.

CINEFORUM OFRECIDO POR LOS AMIGOS DE JESÚS:
·             El lunes 18 a las 11.30 de la mañana para niños la pelicula “El Hombre que hacía milagros” (90 minutos).  Y el martes 19 a las 7.00 de la tarde, “Tomás”.

¿QUÉ ES UNA RELIGIOSA?

¿Qué es una religiosa?
¿qué es una mujer consagrada a Dios y a la Iglesia?
No es una mujer que no conoce el amor. Todo lo contrario.
Es una joven mujer a quien Jesús, el Amor de los amores, le ha robado el corazón.

¿qué es una religiosa?
¿qué es una mujer consagrada a Dios y a la Iglesia?
No es una mujer sin marido. Todo lo contrario.
Es una joven mujer que ha descubierto
que Jesús es el más bello de los hombres
y se ha desposado con Él para toda la eternidad

¿qué es una religiosa?
¿qué es una mujer consagrada a Dios y a la Iglesia?
No es una mujer estéril y sin descendencia, que ha renunciado a ser madre.
Todo lo contrario.
Es una joven mujer, es una virgen cristiana a quien Dios,
su esposo, le ha agrandado el corazón para que sea madre
y considere como hijos suyos a todos los hijos de la Iglesia.

¿qué es una religiosa?
¿qué es una mujer consagrada a Dios y a la Iglesia?
No es una mujer desencantada y aburrida de la vida. Todo lo contrario.
Es una joven mujer enamorada de la vida
a quien Dios ha llenado el corazón de alegría,
de entusiasmo, de ilusión y de amor para repartirlo a los demás.

¿qué es una religiosa?
¿qué es una mujer consagrada a Dios y a la Iglesia?
No es una mujer sin posibilidades en la vida, Todo lo contrario.
Es una joven mujer que libremente
ha renunciado a todo para darse a los demás,
para servir a los demás, para ser hermanan de todos los hombres,
 especialmente de los pequeños, de los enfermos, de los ancianos y de los pobres.

¿qué es una religiosa?
¿qué es una mujer consagrada a Dios y a la Iglesia?
No es una mujer sin casa ni tierra. Todo lo contrario.
Es una joven mujer que a imagen de Jesucristo su Esposo
ha hecho de su corazón un hogar para todos y del mundo su tierra.

¿qué es una religiosa?
¿qué es una mujer consagrada a Dios y a la Iglesia?
No es una mujer que se mira a sí misma. Todo lo contrario.
Es una joven mujer cuyas manos están siempre abiertas para ayudar a los demás,
cuyos hombros están siempre dispuestos a compartir el peso de los otros,
cuyos pies están siempre preparados para salir al encuentro de quienes la necesitan,
cuya boca está preparada para sonreír con el que está alegre,
cuyos ojos están prontos para llorar con el que llora,
cuyo corazón quiere latir al compás de los corazones de quienes viven a su lado.

¿qué es una religiosa?
¿qué es una mujer consagrada a Dios y a la Iglesia?
No es una mujer que busca una vida fácil. Todo lo contrario.
Es una mujer que vive del trabajo de sus manos,
que se conforma con poco,
que comparte lo que tiene,
que está convencida del valor de la oración y del sacrificio,
que esconde debajo de su velo y de su hábito su intimidad,
su belleza, sus rasgos y sus encantos de mujer
para no aparecer ante los otros más que
como esposa de Cristo,
hija de la Iglesia
y sierva de los pobres.

Para ser religiosa,
para ser mujer consagrada a Dios
hay que ser joven mujer de corazón muy grande.
Hay que ser muy mujer, toda una mujer.

Gracias, Señor, por todas tus religiosas,
por todas tus vírgenes consagradas.
Gracias, Señor, por la Hermana Elvira,
joven mujer consagrada a Ti con alma, vida y corazón.

P. Manuel Mª de Jesús
a 19 de Marzo de 2007

SAN JOSÉ

BENEDICTO XVI:
San José, figura «fundamental» en la historia de la salvación




Intervención del Papa antes del rezo del Ángelus el 19 de Marzo de 2006
Su grandeza, como la de María, resalta aún más porque su misión se desarrolló en la humildad y en lo escondido de la casa de Nazaret. Además, Dios mismo, en la Persona de su Hijo encarnado, eligió este camino y este estilo de vida en la existencia terrena.  Del ejemplo de San José llega a todos nosotros una fuerte invitación a desarrollar con fidelidad, sencillez y modestia la tarea que la Providencia nos ha asignado.

QUINTO ANIVERSARIO DE LA HERMANA ELVIRA

 




Le encantaban las tarjetas en papel cebolla que le pintaba para felicitarla por algún motivo.
Le gustaba hacer la vida agradable a los demás. Le gustaba verme reír.
Le gustaba la imagen del Corazón de María que está en la Capilla porque "tiene mirada de Madre"-decía-.
Le gustaba estar en casa y coser. Le gustaba que la ropa secara rápido y le gustaba planchar. Le gustaba el "café con cuatro galletas contadas" a cualquier hora y una cerveza con bocadillo de jamón después de deslomarse haciendo limpieza general (pero no quiere decir que cada vez que hacía limpieza se lo tomara).

Le gustaba estar con la gente de las aldeas y ensayar el Coro parroquial. Le gustaba cantar - y a la gente le encantaba oírla-.
Le gustaban aquellas "sillas de tortura", las de los picos en el respaldo, y la mesa haciendo juego porque eran de castaño y se las habían regalado de su casa.
Le encantaban los días de sol y aire. Abría todas las ventanas y colgaba la ropa en el balcón.
Se ponía muy contenta cuando el Padre Manuel la llamaba para hacerle algún encargo. Me decía: "cuando el Padre Manuel me llama por teléfono y oigo "Elvi"..., ya digo yo: "este, algo quiere".
Le gustaba reír y buscaba cualquier excusa para hacer fiesta.
No soportaba los ratones. Cuando había alguno en el salón de abajo, me mandaba poner veneno o pegamento para cogerlo, y si ponía pegamento tenía que bajar yo delante de ella por si había caído alguno, para que ella no lo viera.
No le gustaban muchas otras cosas como estar enferma, tener que quedarse en cama, los portazos de las Hermanas, ver desatendidos a los niños de las parroquias...

"¿Cuándo será domingo para descansar?"... Lo decía cuando se encontraba muy cansada... El 19 de marzo de 2006, día de su tránsito, era domingo...Tenía ganas de descansar ya. Fue una vida, la suya, muy intensa, agobiante de trabajos, problemas, contradicciones...
A veces yo le decía que esta vida era muy complicada, este mundo tan complejo... Ella decía que no, que la vida era muy sencilla, pero las personas lo complicábamos todo.
Amaba la vida porque amaba a Dios.
Hoy tengo la impresión de que la Madre supo disfrutar de la vida como nadie. Era una expresión que solía usar muchas veces: "disfrutar de la vida".
A mi me resultaba extraña en labios de una mujer de Dios y hasta me parecía contraria a la fe. Me hacía eco en la mente como aquel "carpe diem" que tanto se oía en el Instituto...
Ella vivía en Dios, gustaba de lo bueno, gozaba de la vida. Llevaba la cruz siempre con ella: su cuerpo no tenía descanso, y cuando la cruz no era física, entonces era espiritual. En los últimos años ambas eran simultáneas.
Gozaba viendo a la gente llevarse bien. Contaba a menudo detalles de la gente de las parroquias, donde gracias a la Virgen o a la Misión parroquial, o a la participación en los coros parroquiales, algunos empezaban a tratarse después de años sin hablarse.
Su fiesta estaba dentro de ella. Se sabía querida por Dios y por la Virgen, y esto la llenaba.
Recuerdos de una Hermana Misionera de la Fraternidad





Coincidiendo con el V Aniversario de su fallecimiento, el 19 de marzo de 2006, en el Priorato de las Misioneras de la Fraternidad se ofreció la Santa Misa por el eterno descanso de la Madre María Elvira de la Santa Cruz, siendo el celebrante el Rvdo. Don Román Millán Pardavila, párroco de Santa María de Portas.

También en la Iglesia del Salvador de Toledo, confiada a la comunidad de Hermanos de la Fraternidad, el P. Manuel aplicó la Santa Misa por su eterno descanso.