BENEDICTO XVI
Como a los discípulos, también a nosotros Jesús nos dirige la
invitación: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz y sígame” (Mt 16,24).
El cristiano sigue al Señor cuando acepta con amor
la propia cruz, a pesar de que a los ojos del mundo aparece como un fracaso y
una “pérdida de la vida” (cf. Ibid. 25-26), sabiendo que no la lleva solo, sino
con Jesús, compartiendo su mismo camino de donación.
28 de agosto de 2011