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NOSOTROS ESTUVIMOS ALLÍ


Compartimos con vosotros 
las imágenes más emotivas...

El domingo por la tarde tuvo lugar la ceremonia de la bendición y besamanos a los nuevos Sacerdotes.


 P. Manuel introduciendo el besamanos

El Fundador recibiendo la bendición 
y besando las manos de los recién ordenados.



Besamanos de su madre.


Canto final a la Virgen: La Salve, en gallego.

Los Hermanos de la Fraternidad 
enviaron, en vísperas de la ordenación, 
un precioso ramo de rosas blancas a la Madre Mª Elvira.
Imposible olvidar, en un día así, a quien ofreció su vida a Dios 
PRO EIS!.


El lunes por la mañana celebraron sus primeras Misas rezadas.














... y las imágenes más divertidas 
de unos días inolvidables.

David, como Simón de Cirene: cargando la cruz ajena...
(perdón, ...la maleta)

Inma a punto de tirar la toalla
ay!, otra vez,... la maleta.
(pero no la tiró)

M. Ana haciendo inventario
(... por si alguno rodó cuesta abajo...)

Esta es la alegría de la victoria: 
"Aquí estamos!!"

Y la subida valió la pena:
precioso jardín

Hermosas vistas, 
¡un lugar privilegiado!
y trato inmejorable el de los Padres Carmelitas,
desde aquí, ¡Gracias!

El claustro de la hospedería.

Detrás de todo hombre elegante,
siempre hay una mujer eficiente.

Aquí, para todos los gustos...


P. Joao, siempre discreto.

Aquí, la cofradía de los pequeños
  
El chiqui-tren

Y la chiqui en el tren

LAS MEJORES

Y
FIN.

ORDENACIÓN SACERDOTAL EN TOLEDO


El pasado 1 de Julio los primeros Hermanos de la Fraternidad se ordenaron sacerdotes. 
Felicidades a nuestro Fundador.

DEO GRATIAS

La ceremonia de ordenación fue celebrada con la dignidad y  solemnidad que se acostumbra en la diócesis Primada.

Fue un momento de gracia y de gozo para toda la Iglesia.

Las fotografías de esta entrada pertenecen a 
© Miguel Ángel Olmos de Toledo

 



HOMILÍA DEL PRIMADO DE ESPAÑA EN LA SANTA IGLESIA CATEDRAL DE TOLEDO EL PASADO 1 DE JULIO DE 2012



El arzobispo de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, presidió el pasado domingo, 1 de julio, una Misa en la Catedral Primada, en la que ordenó a ocho nuevos sacerdotes y a ocho diáconos entre los que se encontraban nuestros muy queridos Hermanos Carlos y José Manuel.

Felicitamos desde aquí al P. Manuel y a los nuevos Sacerdotes.

En su homilía, el Señor Arzobispo, manifestó su profunda alegría por la ordenación de los nuevos ministros: “Nos embarga una gran alegría: 8 diáconos serán ordenados presbíteros; también 8 seminaristas serán diáconos de Jesucristo. Todos al servicio de Pueblo de Dios y de sus comunidades cristianas.” Este gozo nos viene de Dios porque Él, el Señor, quiere que hombres de este Pueblo representen constantemente al que es Cabeza de la Iglesia, su cuerpo. Esa representación garantiza a todo el Cuerpo de Cristo, la Eucaristía y los otros Sacramentos; pero también el perdón, la presidencia de la comunidad, la comunión eclesial y el enlazar con la gran Tradición Cristiana que llega, por la sucesión apostólica, hasta Jesucristo.”

Esta gran alegría no va en menoscabo del resto de los fieles laicos, al contrario, recordó la grave exigencia de vida de los bautizados: “Soy muy consciente del valor que todo cristiano tiene en la Iglesia. Recuerdo aquellas palabras de san Gregorio de Nisa (Tratado sobre el perfecto modelo del cristiano): «Por lo cual, puesto que la bondad de nuestro Señor nos ha concedido una participación en el más grande, el más divino y el primero de todos los nombres, al honrarnos con el nombre de “cristianos”, derivado del de Cristo, es necesario que todos aquellos nombres que expresan el significado de esta palabra [Cristo] se vean reflejados también en nosotros, para que el nombre de «cristianos» no aparezca como una falsedad, sino que demos testimonio del mismo con nuestra vida»”

Indicó también la necesidad de que se cuide la vida de fe en la familia cristiana porque es en las familias, “iglesias domésticas” donde mejor se realiza la “Iniciación Cristiana”, donde pueden aparecer vocaciones al sacerdocio.

Y señaló con preocupación que “la ausencia sensible de vocaciones al sacerdocio en tantos lugares de la Iglesia, también en España, supone un verdadero desequilibrio espiritual. Diócesis con uno, dos o con muy pocos seminaristas (en ocasiones, sin ninguno) paralizarán las comunidades y, además de tristeza, llevará consigo falta de iniciativa apostólica. Y es lógico, porque sin el sacerdocio ejercido por “hombres de este pueblo” que es la Iglesia, Cristo no puede proporcionar toda su gracia a la humanidad necesitada de Él.” Y por contraposición, “donde hay buenos sacerdotes el laicado católico y la vida consagrada es vigorosa y creciente. Es lógico, pues que el carisma de la vocación sacerdotal tiene unas características muy concretas: suscita los demás carismas y vocaciones en la Iglesia.”

Finalmente, dirigió unas palabras a los jóvenes que se iban a ordenar: “Necesitamos vuestras personas para que, con la gracia del Espíritu Santo que hoy recibís, anunciéis que Dios es grande y bueno, que no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes, que las criaturas del mundo son saludables, que es posible la fe y la esperanza, porque Dios creó al hombre para la inmortalidad, noticia que la envidia del diablo convierte en muerte. Necesitamos de vosotros para que con las palabras y los hechos de Jesús –el Evangelio- anunciéis la riqueza de nuestro Señor Jesucristo y animéis, como pastores a las comunidades a donde seáis enviados, a «ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud» (Benedicto XVI, Homilía en la Misa de inicio del pontificado, 24 de abril de 2005).”