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LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO



Quizá más de una persona se habrá preguntado que si la Misericordia de Dios es tan grande, que si Dios es la Bondad infinita y que siendo Padre amorosísimo, ¿cómo entonces hay un Purgatorio y un Infierno?.

La respuesta la da el mismísimo Jesús Misericordioso a Santa Faustina.

Santa Faustina Kowalska, vidente que recibe de Jesús la devoción a la Divina Misericordia o el Jesús de la Misericordia, recibe abundantes visiones y revelaciones sobre el Purgatorio, totalmente consistentes con el magisterio de la Iglesia.

Aquí reproducimos un hermoso texto donde Jesús revela el motivo de la existencia de cielo, infierno y purgatorio, en una brevísima frase.

Del diario de Sor Faustina:

Poco después me enferme La querida Madre Superiora me mando de vacaciones junto con otras dos hermanas a Skolimów, muy cerquita de Varsovia. En aquel tiempo le pregunté a Jesús: ¿Por quien debo rezar todavía? Me contestó que la noche siguiente me haría conocer por quien debía rezar.

Vi al Ángel de la Guarda que me dijo seguirlo. En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. 

Estas almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas, solo nosotros podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban, a mi no me tocaban. 

Mi Ángel de la Guarda no me abandonó ni por un solo momento.. Pregunté a estas almas ¿Cuál era su mayor tormento? Y me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios. 

Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio. Las almas llaman a Maria “ La Estrella del Mar”. Ella les trae alivio. Deseaba hablar más con ellas, sin embargo mi Ángel de la Guarda me hizo seña de salir.  

Salimos de esa cárcel de sufrimiento. Oí una voz interior que me dijo: Mi Misericordia no lo desea, pero la Justicia lo exige. A partir de aquel momento me uno más estrechamente a las almas sufrientes.


Roguemos, pues por las almas del Purgatorio. Es la mayor obra de caridad que podremos hacer, porque estas personas que aún no pueden entrar en el Cielo son verdaderos pobres, que nada pueden hacer en bien propio. Nadie en esta vida sufre mayor pobreza que un alma bendita del Purgatorio. Su situación es como la de la criatura que todo lo espera de su madre: alimento, cuidado, amparo, abrigo.