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La Misericordia del Señor dura por siempre


La Misericordia es un atributo propio de la Divinidad, de su Magnanimidad e infinita Bondad. Dios se manifiesta ya como misericordioso desde el principio de la creación: Tras el primer pecado de Adán y Eva, Dios les promete un Salvador, anuncia ya a la Virgen María y hasta les hace unas túnicas de pieles y los viste. No se queda en el castigo que exige la Justicia, sino que su Misericordia se apiada y compadece. En un recorrido por las Sagradas Escrituras nos encontraremos pasajes abundantes que muestran el amor y la compasión de Dios por el hombre, señalamos aquí sólo unos pocos:


En el Antiguo Testamento

“Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad, y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahveh”
(Exodo 15,13)
“Yahveh es Yahveh, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado…”
(Exodo 34, 5-7)
“Yahveh, tu Dios, es un Dios misericordioso: no te abandonará ni te destruirá, y no se olvidará de la alianza”
(Deuteronomio 4, 31)
“Aunque fueran vuestros pecados como la grana, cual nieve blanquearán. Aún cuando fueran rojos como el carmesí, cual lana blanca quedarán”
(Isaías 1, 18)
“¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas lleguen a olvidar, Yo no te olvido”
(Isaías 49, 15)
“Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá”
(Salmo 27)
“Cual la ternura de un padre para con sus hijos, así de tierno es Dios para quienes le aman”. “Dios perdona todas tus culpas, cura todas las dolencias, rescata tu vida de la fosa y te colma de amor y de ternura”
 (Salmo 103)


En el Nuevo Testamento

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres; me envió para predicar la libertad a los cautivos; a los ciegos, la recuperación de la vista; para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”
(Lucas 4, 18)
“No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Id y aprended qué significa aquello de ‘misericordia quiero, y no sacrificios’ porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”
(Mateo 9,10)
“Venid a Mí los que estáis fatigados y agobiados y Yo os aliviaré. Yo soy manso y humilde de Corazón”
(Mateo 11, 28)
Del costado abierto de Cristo salió sangre y agua. Se cumplía así la profecía de Zacarías: ‘mirarán al que atravesaron’ (Juan 19, 34, 37) 
En esta misma profecía, Zacarías anuncia que Dios derramaría “un espíritu de gracia y misericordia” (Zacarías 12, 10.) 
El Corazón abierto de Jesús es el torrente de la Misericordia Divina.


¿CUÁL DEBE SER NUESTRA RESPUESTA?
¿QUÉ HACER PARA ALCANZAR LA MISERICORDIA DE DIOS?

1.       DEBEMOS PEDIRLA EN LA ORACIÓN: “Ten misericordia de mí, oh, Dios, según tu amor” (Salmo 51). Como la Iglesia lo pide constantemente: “Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad” “Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la Vida Eterna” “Cordero de Dios … Ten piedad de nosotros”.

2.        DEBEMOS PRACTICARLA CON EL PRÓJIMO: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5, 48) “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso” (Lucas 6, 36). “No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Porque con la medida que midáis se os medirá a vosotros” (Lucas 6, 37). “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia(Mateo 5, 7). Y “El juicio será sin misericordia para quien no practicó la misericordia. La misericordia triunfa del juicio” (Santiago 2, 13)

3.       DEBEMOS CONFIAR EN LA MISERICORDIA: Cuando el culpable se obstina en su culpabilidad, no es la Misericordia quien aparta de él, sino que él se aparta de la Misericordia. Esta obstinación tiene dos polos opuestos muy peligrosos:
a) El que no cambia de vida porque piensa: “Dios es tan bueno que puedo hacer cuanto sea y me va a perdonar”
b) El que cambia de vida pero lleva a cuestas el lastre de su maldad cometida no dejando a la Misericordia que actúe en él.