¡Corazón de Jesús, tesoro de
ternura, tú eres mi dicha, mi única esperanza! Tú que supiste hechizar mi
tierna juventud, quédate junto a mí hasta que llegue la última tarde de mi día
aquí. Te entrego, mi Señor, mi vida entera, y tú ya conoces todos mis deseos. En
tu tierna bondad, siempre infinita, quiero perderme toda, Corazón de Jesús.
Sé que nuestras justicias y todos
nuestros méritos carecen de valor a tus divinos ojos. Para darles un precio, todos
mis sacrificios echar quiero en tu inefable corazón de Dios. No encontraste a
tus ángeles sin mancha. En medio de relámpagos tú dictaste tu ley ¡Oh corazón
sagrado, yo me escondo en tu seno y ya no tengo miedo, mi virtud eres tú!
Para poder un día contemplarte en
tu gloria, antes hay que pasar por el fuego, lo sé. En cuanto a mi me toca, por
purgatorio escojo tu amor consumidor, corazón de mi Dios.
Mi desterrada alma, al dejar esta
vida, quisiera hace un acto de purísimo amor, y luego, dirigiendo su vuelo
hacia la patria,
¡entrar ya para siempre en tu
corazón...!
Sta. Teresa del Niño Jesús