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URBI ET ORBI


El término Urbi et Orbi significa “para la ciudad y para el mundo” muestra que un documento papal no está destinado solamente a la ciudad de Roma sino a todo el mundo Católico.

Esta frase es especialmente aplicada a la solemne bendición con indulgencia plenaria que, antes de la ocupación de Roma, el Papa estaba acostumbrado a impartir en ciertas ocasiones desde el balcón de las basílicas más importantes de la ciudad. Esta bendición era dada anualmente en San Pedro el Jueves Santo, y en la festividad de San Pedro y San Pablo; en San Juan Laterano en la Ascensión; en Santa María Mayor en la Asunción.

Era impartida también en ocasiones especiales, en San Pedro cuando el Papa era coronado, en San Juan cuando era entronizado, en varias ocasiones durante el año santo, o en jubileo para el beneficio de los peregrinos.

El pasado 13 de Marzo de 2013 vimos salir a la logia al nuevo Papa, el Cardenal Bergoglio, que tomó el nombre de Francisco. Queremos dejar aquí, como recuerdo, las primeras palabras que dirigió a Roma y al mundo:

Hermanos y hermanas, buenas tardes.

Sabéis que el deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo..., pero aquí estamos. Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. Gracias. Y ante todo, quisiera rezar por nuestro Obispo emérito, Benedicto XVI. Oremos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja.

(Padre nuestro. Ave María. Gloria al Padre).

Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad. Deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el cual me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan hermosa. Y ahora quisiera dar la Bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí....

Ahora daré la Bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
(Bendición).

Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por vuestra acogida. Rezad por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y que descanséis.