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LA INMACULADA

IPSA CONTERET!!  Ella te aplastará la cabeza.
El linaje de la Mujer, aplasta la cabeza soberbia del Demonio y éste odia a la mujer y a su linaje por encima de todos los vivientes.
La humildad de la mujer a lo largo de los siglos de la historia, con su trabajo abnegado y callado en el hogar, con la inmolación de su vida a Dios a favor de la educación de sus hijos y atención de su esposo, es quien aplasta la cabeza de la soberbia, renunciando infinitas veces a sí misma a favor de otros, utilizando su brillante y fina inteligencia para la formación de las almas de quienes Dios le encomienda. Esta abnegación, y entrega de la mujer es justamente lo opuesto al orgullo del  levantar la cabeza de la serpiente.

El feminismo que promueve el aborto es semejante a una mordedura de serpiente que ataca la entraña misma de la humanidad, porque ataca a la madre que es cuna y seno de la vida. Ataca a la protectora de los débiles, a la muralla que ampara a los más desvalidos: los niños que están por nacer.
Cuando un mundo deja de defender a los desvalidos y enfermos se convierte en un mundo nazi, fascista y racista. Y hoy vivimos en un mundo así. A nuestro alrededor viven personas frívolas y vacías de entrañas de misericordia, hombres también, no sólo mujeres, que no son ni hombres ni mujeres, que no sólo no tienen la suficiente gallardía y valor para defender a los desamparados, sino que los entregan a una muerte ignominiosa, peor que una cámara de gas que al fin y al cabo no causaba dolor físico a sus víctimas. Estos individuos son los nuevos fascistas, que seleccionan a la raza desde el seno de la madre. Los sanos pueden vivir y a los enfermos los matan. Si es cruel decirlo, más cruel es hacerlo.

La Inmaculada Virgen María se levanta como una torre de marfil en defensa de la vida, Ella sí que amparará y velará por esas criaturas débiles que el ser humano desecha como si de basura se tratase. Ella recogerá sus almas puras y colmadas de sufrimiento para presentarlas como incienso de suave olor ante el trono del Altísimo. Y estos millones de almas de criaturas inocentes cantarán eternamente las alabanzas más puras que la humanidad podrá ofrecer a la Santísima Trinidad.

A nosotros sólo nos queda orar. Orar mucho por los médicos y enfermeras abortistas, por las madres que abortan, por los padres que no han protegido a sus hijos y a la mujer, y en fin, por todos los que de alguna manera colaboran con este terrible y dramático genocidio que está destrozando la humanidad.