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QUINTO ANIVERSARIO DE LA HERMANA ELVIRA

 




Le encantaban las tarjetas en papel cebolla que le pintaba para felicitarla por algún motivo.
Le gustaba hacer la vida agradable a los demás. Le gustaba verme reír.
Le gustaba la imagen del Corazón de María que está en la Capilla porque "tiene mirada de Madre"-decía-.
Le gustaba estar en casa y coser. Le gustaba que la ropa secara rápido y le gustaba planchar. Le gustaba el "café con cuatro galletas contadas" a cualquier hora y una cerveza con bocadillo de jamón después de deslomarse haciendo limpieza general (pero no quiere decir que cada vez que hacía limpieza se lo tomara).

Le gustaba estar con la gente de las aldeas y ensayar el Coro parroquial. Le gustaba cantar - y a la gente le encantaba oírla-.
Le gustaban aquellas "sillas de tortura", las de los picos en el respaldo, y la mesa haciendo juego porque eran de castaño y se las habían regalado de su casa.
Le encantaban los días de sol y aire. Abría todas las ventanas y colgaba la ropa en el balcón.
Se ponía muy contenta cuando el Padre Manuel la llamaba para hacerle algún encargo. Me decía: "cuando el Padre Manuel me llama por teléfono y oigo "Elvi"..., ya digo yo: "este, algo quiere".
Le gustaba reír y buscaba cualquier excusa para hacer fiesta.
No soportaba los ratones. Cuando había alguno en el salón de abajo, me mandaba poner veneno o pegamento para cogerlo, y si ponía pegamento tenía que bajar yo delante de ella por si había caído alguno, para que ella no lo viera.
No le gustaban muchas otras cosas como estar enferma, tener que quedarse en cama, los portazos de las Hermanas, ver desatendidos a los niños de las parroquias...

"¿Cuándo será domingo para descansar?"... Lo decía cuando se encontraba muy cansada... El 19 de marzo de 2006, día de su tránsito, era domingo...Tenía ganas de descansar ya. Fue una vida, la suya, muy intensa, agobiante de trabajos, problemas, contradicciones...
A veces yo le decía que esta vida era muy complicada, este mundo tan complejo... Ella decía que no, que la vida era muy sencilla, pero las personas lo complicábamos todo.
Amaba la vida porque amaba a Dios.
Hoy tengo la impresión de que la Madre supo disfrutar de la vida como nadie. Era una expresión que solía usar muchas veces: "disfrutar de la vida".
A mi me resultaba extraña en labios de una mujer de Dios y hasta me parecía contraria a la fe. Me hacía eco en la mente como aquel "carpe diem" que tanto se oía en el Instituto...
Ella vivía en Dios, gustaba de lo bueno, gozaba de la vida. Llevaba la cruz siempre con ella: su cuerpo no tenía descanso, y cuando la cruz no era física, entonces era espiritual. En los últimos años ambas eran simultáneas.
Gozaba viendo a la gente llevarse bien. Contaba a menudo detalles de la gente de las parroquias, donde gracias a la Virgen o a la Misión parroquial, o a la participación en los coros parroquiales, algunos empezaban a tratarse después de años sin hablarse.
Su fiesta estaba dentro de ella. Se sabía querida por Dios y por la Virgen, y esto la llenaba.
Recuerdos de una Hermana Misionera de la Fraternidad





Coincidiendo con el V Aniversario de su fallecimiento, el 19 de marzo de 2006, en el Priorato de las Misioneras de la Fraternidad se ofreció la Santa Misa por el eterno descanso de la Madre María Elvira de la Santa Cruz, siendo el celebrante el Rvdo. Don Román Millán Pardavila, párroco de Santa María de Portas.

También en la Iglesia del Salvador de Toledo, confiada a la comunidad de Hermanos de la Fraternidad, el P. Manuel aplicó la Santa Misa por su eterno descanso.