BENEDICTO XVI
El misterio del amor de Dios por nosotros no constituye sólo el contenido del culto y de la devoción al Corazón de Jesús: es, al mismo tiempo, el contenido de toda verdadera espiritualidad y devoción cristiana.
Por tanto, es importante subrayar que el fundamento de esta devoción es tan antiguo como el mismo cristianismo.
De hecho sólo se puede ser cristiano dirigiendo la mirada a la Cruz de nuestro Redentor, «a quien traspasaron»
(15 de Mayo de 2006)