"Parece
increíble que un joven de 22 años de edad, educado en una pequeña aldea,
escondido después en el Noviciado de nuestra Compañía de Jesús y en los
colegios de estudios, pudiese concebir las elevadas ideas que formaba eran
dignas de hombres muy prácticos, empresas arduas de la gloria de Dios, y
enseñados con máximas de política santa y cortesana. Nada me admira más en el
espíritu de este feliz joven, cuando leo lo que pasó con el S.S. Corazón de
Jesús en orden a su librito".
"Antes
de empezar a esparcirle por toda España le llevó en el pecho un día de
comunión, para presentarle a Jesús Sacramentado y a su Corazón Divino. Le pedía
echase su bendición celestial para que produjese en las almas frutos copiosos
de devoción a su Corazón S.S.. En estas súplicas fervorosas estaba el joven
cuando le favoreció su Majestad con un favor singularísimo. Refiéranle las
palabras de Bernardo para que no pierda su viveza en mi pluma.
“El día 24 de
octubre (dice), al tiempo de recibir el Corazón de Jesús
Sacramentado, llevaba en mi pecho un librito impreso para ofrecerle y pedirle
echase su bendición, y habiendo pasado el tiempo de la Misa en aquellos afectos
que, mejor que yo, sabe el buen Jesús, llegué a hacer mi oferta. Se empezó a
recoger el alma hacia lo profundo de sí misma y sin palabras ni voces, sino con
aquel lenguaje que Dios solo y ella entienden, presentó al S.S. Corazón el
librito, con todos nuestros corazones, afectos, deseos, ideas, y con todos los
trabajitos que se han padecido hasta haberlo puesto en estos términos".
"Se sintió luego toda
inundada de un gozo imponderable, y cuando se halló toda abrasada en las llamas
ardientes del amor divino, quiso el Señor repitiese la oferta con mayor
solemnidad.
Porque al punto se me manifestó por una maravillosa visión con su Corazón Sacrosanto abierto y convertido todo en un soberano incendio. Le acompañaba su Santísima Madre, y los tres Santos validos y amantes discípulos del Corazón Santísimo, y no faltó N. P. San Ignacio con el V. P. Colombière, y por otro lado estaban la V. Margarita y Santa Gertrudis, tan interesadas en el sagrado culto, con Santa Teresa y Santa María Magdalena de Pazzi (A las cuales había hecho una novena encomendándolas el asunto del Corazón Sagrado). Aquí delante de tantos cortesanos del cielo y amigos míos, hizo segunda vez el alma la oferta del librito, al cual miró el dulcísimo Jesús con mucho agrado, y me pareció miraba dentro del Corazón dulcísimo uno como traslado del mismo, en que entendí guardaba Jesús su Corazón el obsequio que en este libro se le rendía".
Porque al punto se me manifestó por una maravillosa visión con su Corazón Sacrosanto abierto y convertido todo en un soberano incendio. Le acompañaba su Santísima Madre, y los tres Santos validos y amantes discípulos del Corazón Santísimo, y no faltó N. P. San Ignacio con el V. P. Colombière, y por otro lado estaban la V. Margarita y Santa Gertrudis, tan interesadas en el sagrado culto, con Santa Teresa y Santa María Magdalena de Pazzi (A las cuales había hecho una novena encomendándolas el asunto del Corazón Sagrado). Aquí delante de tantos cortesanos del cielo y amigos míos, hizo segunda vez el alma la oferta del librito, al cual miró el dulcísimo Jesús con mucho agrado, y me pareció miraba dentro del Corazón dulcísimo uno como traslado del mismo, en que entendí guardaba Jesús su Corazón el obsequio que en este libro se le rendía".
"Con indecible amor me dijo
entonces, qué pedía a su Corazón en recompensa. Yo, todo anegado en confusión,
y abrasado en amor del mismo Corazón Divino, respondí que no pedía más que la
extensión de su celestial culto y sus progresos en España y en toda la Iglesia
y, sintiendo que deseaba el Señor le pidiese alguna especial gracia para el
librito, le supliqué se sirviese confirmar las gracias de indulgencias que sus
Chros (Cristos, es decir, los obispos) habían concedido a los que con
devoción le leyesen. Respondió que su Corazón las confirmaba, y que los que
leyesen este librito con buena intención, serían aprobados de su Corazón, el
cual a todos concedía, entre otros, un don especial: a los pecadores,
inspiraciones por medio de su lección para salir de su mal estado; a los
justos, mayores gracias y deseos de caminar a la perfección; a los perfectos,
un amor purísimo y ardentísimo a su Corazón, en el cual sentirían sus
deliciosísimas dulzuras”.
Hasta
aquí la pluma de este joven dichoso. Con favor tan grande y aprobación tan
divina, no es maravilla se prometiese felicísimos sucesos en la repartición de
su libro"
Hemos tomado este texto de una página muy completa
sobre Bernardo de Hoyos
sobre Bernardo de Hoyos
Muy recomendable su lectura.