Dejamos aquí las ideas principales que el nuevo Papa predicó en su
primer Ángelus, el pasado domingo 17 de Marzo:
“En el episodio de la mujer adúltera, conmueve la actitud de Jesús: no
oímos palabras de desprecio, no escuchamos palabras de condena, sino solamente
palabras de amor, de misericordia, que invitan a la conversión: «Tampoco yo te
condeno. Anda, y en adelante no peques más».”
“El rostro de Dios es el de un padre misericordioso, que siempre tiene
paciencia. ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios, la paciencia que tiene con
cada uno de nosotros? Ésa es su misericordia. Siempre tiene paciencia,
paciencia con nosotros, nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos si
sabemos volver a Él con el corazón contrito.”
Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo.
Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso
que tiene tanta paciencia...
No olvidemos esta palabra: Dios
nunca se cansa de perdonar. Nunca. El problema es que nosotros nos cansamos de
pedir perdón. No nos cansemos nunca. Él es Padre amoroso que siempre perdona,
que tiene ese corazón misericordioso con todos nosotros. Y aprendamos también
nosotros a ser misericordiosos con todos. Invoquemos la intercesión de la
Virgen, que tuvo en sus brazos la Misericordia de Dios hecha hombre.
EL ESCUDO
En los
rasgos, esenciales, el Papa Francisco ha decidido conservar su escudo anterior,
elegido desde su consagración episcopal.
Sobre el
escudo, azul, se hallan los símbolos de la dignidad pontificia, iguales a los
que deseó el predecesor, Benedicto XVI (mitra entre llaves de oro y plata,
entrelazadas por un cordón rojo). En lo alto se refleja el emblema de la Orden
de procedencia del Papa, la Compañía de Jesús: un sol radiante y llameante con
las letras, en rojo, IHS, monograma de Cristo. Encima de la letra h se halla
una cruz; en la punta, los tres clavos en negro.
En la parte
inferior se contempla la estrella y la flor de nardo. La estrella, según la
antigua tradición heráldica, simboliza a la Virgen María, Madre de Cristo y de
la Iglesia; la flor de nardo indica a san José, patrono de la Iglesia
universal. En la tradición iconográfica hispánica, en efecto, san José se
representa con un ramo de nardo en la mano. Al incluir en su escudo estas
imágenes el Papa desea expresar su especial devoción hacia la Virgen Santísima
y san José.
EL LEMA
El lema del
Santo Padre Francisco procede de las Homilías de san Beda el Venerable,
sacerdote (Hom. 21; CCL 122, 149-151), quien, comentando el episodio evangélico
de la vocación de san Mateo, escribe: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia
miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me (Vio Jesús a un publicano,
y como le miró con sentimiento de amor y le eligió, le dijo: Sígueme)».
Esta homilía
es un homenaje a la misericordia divina y se reproduce en la Liturgia de las
Horas de la fiesta de san Mateo. Reviste un significado particular en la vida y
en el itinerario espiritual del Papa. En efecto, en la fiesta de san Mateo del
año 1953, el joven Jorge Bergoglio experimentó, a la edad de 17 años, de un
modo del todo particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. Después de
una confesión, sintió su corazón tocado y advirtió la llegada de la
misericordia de Dios, que, con mirada de tierno amor, le llamaba a la vida
religiosa a ejemplo de san Ignacio de Loyola.
Una vez
elegido obispo, monseñor Bergoglio, en recuerdo de tal acontecimiento, que
marcó los inicios de su total consagración a Dios en Su Iglesia, decidió
elegir, como lema y programa de vida, la expresión de san Beda miserando atque
eligendo, que también ha querido reproducir en su escudo pontificio.