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LA SÁBANA SANTA



 
El Padre Jorge Loring, jesuita, es una eminencia en el estudio de la Sábana Santa. En pocas palabras nos explica cómo fue grabada la imagen:

El gran descubrimiento de los hombres de la NASA, que ha dejado boquiabierto al mundo entero, ha sido la afirmación de que la imagen que hay en la Sábana Santa está grabada a fuego. La tela está chamuscada. Debió producirse por una radiación instantánea. Los hilos de la tela en la imagen están sólo coloreados superficialmente. La impresión no ha calado dentro del hilo. Los hilos no están impregnados como si se tratara de una pintura. Y entre los hilos no hay rastro de nada. Si la imagen hubiera sido pintada, habría grumos de pintura y no los hay.
Esta radiación también grabó a fuego en la tela las manchas de sangre. Por el otro lado de la tela se transparentan manchas de sangre, pero no la imagen grabada a fuego.
El primero que expuso que las manchas de sangre estaban grabadas a fuego en la Sábana Santa fue el Dr. David Willis.
Si la sangre fresca hubiera empapado el tejido hubiera penetrado el hilo completamente. El hecho de que las manchas de sangre sean superficiales demuestra que la grabación en la tela se hizo con sangre seca.
Esta radiación que ha grabado a fuego en una tela la imagen de un cadáver es algo insólito.
  

La Sábana Santa se mostró a todo el mundo por la televisión italiana RAI el pasado Sábado Santo; el Papa Francisco dirigió unas palabras en un vídeo mensaje, difundido por el Vaticano, que recogemos aquí.
Queridos hermanos y hermanas:
También yo me pongo con vosotros ante la Sábana Santa, y doy gracias al Señor que nos da, con los instrumentos de hoy, esta posibilidad.
Pero aunque se haga de esta forma, no se trata simplemente de observar, sino de venerar; es una mirada de oración. Y diría aún más: es un dejarse mirar. Este rostro tiene los ojos cerrados, es el rostro de un difunto y, sin embargo, misteriosamente nos mira y, en el silencio, nos habla. ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que el pueblo fiel, como vosotros, quiera detenerse ante este icono de un hombre flagelado y crucificado? Porque el hombre de la Sábana Santa nos invita a contemplar a Jesús de Nazaret. Esta imagen –grabada en el lienzo– habla a nuestro corazón y nos lleva a subir al monte del Calvario, a mirar el madero de la cruz, a sumergirnos en el silencio elocuente del amor.
Así pues, dejémonos alcanzar por esta mirada, que no va en busca de nuestros ojos, sino de nuestro corazón. Escuchemos lo que nos quiere decir, en el silencio, sobrepasando la muerte misma. A través de la Sábana Santa nos llega la Palabra única y última de Dios: el Amor hecho hombre, encarnado en nuestra historia; el Amor misericordioso de Dios, que ha tomado sobre sí todo el mal del mundo para liberarnos de su dominio. Este rostro desfigurado se asemeja a tantos rostros de hombres y mujeres heridos por una vida que no respeta su dignidad, por guerras y violencias que afligen a los más vulnerables... Sin embargo, el rostro de la Sábana Santa transmite una gran paz; este cuerpo torturado expresa una majestad soberana. Es como si dejara trasparentar una energía condensada pero potente; es como si nos dijera: ten confianza, no pierdas la esperanza; la fuerza del amor de Dios, la fuerza del Resucitado, todo lo vence.
Por eso, contemplando al hombre de la Sábana Santa, hago mía la oración que san Francisco de Asís pronunció ante el Crucifijo:
Sumo, glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla
tu santo y verdadero mandamiento. Amén.