LAS PERSECUCIONES
Carácter y causas de las persecuciones.- Aunque el Cristianismo fue perseguido por todos y en todas partes, las persecuciones propiamente tales son las
que sufrió en el Imperio Romano, decretadas por los Emperadores Nerón,
Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximiano, Decio,
Valeriano, Aureliano y Diocleciano.
Las persecuciones tuvieron un carácter político, considerando a los
cristianos como violadores de las leyes y enemigos de la religión y unidad del
Imperio.
Las causas fueron el negarse los cristianos a adorar a los dioses y
al Emperador; y el odio de judíos y paganos, sacerdotes y sabios a la nueva
Religión.
Principales persecuciones.- Habiendo Nerón ordenado el incendio de Roma y temiendo al pueblo
indignado, culpó a los cristianos de aquel crimen, decretando una persecución
en la que fueron martirizados atrozmente muchos cristianos, entre ellos San
Pedro y San Pablo.
La persecución de Septimio Severo tomó como pretexto atribuir a los
cristianos la peste y el hambre que asolaban el Imperio, Entre los innumerables
mártires descuellan Santa Cecilia y su esposo Valeriano.
La persecución de Decio fue tan horrible que, si llega a durar más,
humanamente hubiera desaparecido el Cristianismo. Entre los mártires se cuentan
el Papa San Fabián, Santa Águeda…
La última persecución, decretada por Diocleciano, fue tan cruel y
larga que se la ha llamado “Era de los mártires”. Entre los más célebres se cuentan
varios Papas, San Sebastián, San Pancracio y Santa Inés.
Las catacumbas eran galerías subterráneas que hicieron los cristianos para enterrar a
los muertos y protegerse en épocas de persecución. Las más célebres son las de
Domitila, Calixto y San Sebastián.
Los mártires españoles.-Fueron muchos, por estar tan arraigado el Cristianismo en España, y
notables por su heroísmo y su fe. Merecen citarse los obispos Fructuoso y
Valero; los diáconos Lorenzo y Vicente; los niños Justo y Pastor; las jóvenes
Justa y Rufina, Eulalia y Engracia…
El Edicto de Milán.- Al año siguiente de la batalla de Puente Milvio, cuya victoria sobre
Magencio le aseguró, en sueños, Jesucristo, Constantino, de acuerdo con
Licinio, publicó el Edicto de Milán por el que cesaron las persecuciones, se
daba a los cristianos la libertad de culto y se les devolvían los templos y
bienes confiscados.