“Yo no soy quien para juzgar. Estoy en línea de
obediencia con nuestros obispos; pero sí soy consciente de la gravísima crisis
de la Barca de Pedro; estoy viendo que nos morimos por el estrago que el
anticristo está causando-al fin y a cabo, el materialismo, sea del color que se
quiera, implica la abdicación de la espiritualidad y la renuncia a la fe-. Por
tanto, desde dentro de la Iglesia y con todos los títulos juntos usados por los
apóstoles, pido la salvación. Hay que partir de la realidad y ésta no es otra
que navegamos en medio del temporal más violento de su historia. Está causado
por el ateísmo.”¡Sálvanos, Señor, que perecemos!
Esto lo vemos todos. Estamos pasando una tempestad
espantosa que aflige a la Iglesia y al mundo. Tengo para mí que es el demonio
que se siente rebelde como nunca, recalcitrante, formidablemente agitador
contra Cristo y su obra. No es ya una grieta, como dijo el Papa Pablo VI hace
algunos años, por donde ha entrado el humo de Satanás; es ya como una gran
puerta por la cual están entrando miles de demonios para atacar descomunalmente
a los millones de creyentes y pervertir al mundo de las almas, como ya lo van
logrando. Es algo misterioso que Dios permite para sus justos y misericordiosos
designios.
Reflexionemos un poco y descubriremos que Dios
nuestro Señor ha establecido oportunamente en su Iglesia para prevenir y
soslayar estos gravísimos peligros, algo así como dos “centrales nucleares”
potentísimas, para facilitarnos en estos tiempos de confusionismo, oscuridad,
desconcierto, anarquía…(que ya han empezado), la luz blanca para ver claramente
la verdad, es decir, la espiritualidad necesaria y única que nos haga vivir con
certeza la doctrina segura que Dios quiere en sus hijos fieles, y salir
triunfantes de esta terrible prueba que el infierno presenta a la Iglesia y
alas almas en esta época de enormes peligros.
Estas dos centrales de espiritualidad están aproadas
por la Iglesia, y recomendadas por los papas y muchos santos; son como caminos
seguros a seguir; mejor, como pistas amplias y ciertamente ciertas, como diría
la gran Santa Tersa de Jesús, a saber: Las importantísimas revelaciones de
Paray-le-Monial y de Fátima, esto es las dos eficacísimas devociones al Sagrado
Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María”.
(Don Eduardo Vivas Llorens, sacerdote)
La espiritualidad de estas devociones han sido
definidas por los últimos papas como medios eficacísimos de perfección y
santificación