Primer sábado en reparación al Corazón Inmaculado de María ofrecido para reparar las ofensas de los que procuran públicamente infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada.
1. LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS EN LAS PURÍSIMAS ENTRAÑAS DE LA VIRGEN MARÍA
El Dogma de la Maternidad Divina consiste en que la Virgen María es Verdadera Madre de Dios, por haber engendrado por obra del Espíritu Santo y dado a la luz de Jesucristo, no en cuanto a su Naturaleza Divina, sino en cuanto a la Naturaleza humana que había asumido. La Iglesia afirma este Dogma desde siempre, y lo definió solemnemente en el Concilio de Éfeso (Siglo V).
El Dogma de la Inmaculada Concepción consiste en que la Virgen fue preservada inmune e la mancha del pecado original desde el primer instante de su Concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano Esta verdad fue proclamada como Dogma de fe por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
El Concilio Vaticano II menciona la verdad de la maternidad Divina de María con las siguientes palabras: “Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con súplicas en todos sus peligros y necesidades” (Const. Dogmática Lumen Pentium, n, 66)
Y dice S. Efrén que “La devoción a la Virgen es la llave del Paraíso”.
2. LA VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA A SU PRIMA SANTA ISABEL
La virgen, inspirada por el Espíritu Santo visitó a su prima Santa Isabel para servirle, ya que Isabel había concebido un hijo en su vejez. A este hecho se le llama la visitación.
La Virgen recorrió unos ciento cincuenta kilómetros, desde Nazaret a una pequeña ciudad de Judea llamada Ain-Karim, situada en la montaña a unos tres kilómetros de Jerusalén. El recorrido duró cuatro o cinco días.
Santa Isabel, llena del Espíritu Santo, recibió a la Virgen con estas palabras: Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de ti vientre. Y ¿de dónde a mi tanto bien que venga la madres de mi Señor a visitarme? Pues lo mismo fue penetrar la voz de tu salutación en mis oídos, que dar saltos de júbilo la criatura en mi vientre. ¡Oh, bienaventurada tú, que has creído! Porque se cumplirán las cosas que han dicho de parte del Señor (S. Lucas 1, 42-45).
Dice S. Germán que “La Protección de María es más grande y poderosa de lo que podemos nosotros entender”.
3. EL NACIMIENTO DE JESÚS EN BELÉN
La Virgen María nos dio a Jesús en Belén y Jesús nos dio a María en el Calvario.
Jesús mirando a la Virgen y San Juan, que también estaba allí, dijo a su Santísima Madre; “Mujer, ahí tienes a tu hijo”; Después, dirigiéndose al discípulo amado, dijo; “Ahí tienes a tu madre”
Con estas palabras Jesucristo quiere decir a su Madre bendita no se queda sola y la encomienda a San Juan, por su parte, la Virgen será, a partir de ese momento, la Madre espiritual de San Juan y de todos los cristianos, pues ese apóstol nos representaba a todos.
La devoción a la Virgen es necesaria para salvarnos, pero con necesidad moral, que se apoya en el querer de Dios que nos dio como Madre.
Como buenos hijos suyos, hemos de venerarla, invocarla, imitarla y amarla. Imitamos a la Virgen a través de todas sus virtudes, pues todas las vivió en el mayor grado posible.
En Concilio Vaticano II dice: “Los fieles aún se esfuerzan por crecer en santidad venciendo al pecado; por eso levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda su comunidad de los elegidos como modelo de virtudes” (Const. Dogmática Lumen Gentiun, n 65)
Y S. Bernardino de Siena dice que “María es la dispensadora de todas a las gracias y la gracia de nuestra salvación viene por sus manos”.
4. LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO EN EL TEMPLO Y LA PURIFICACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
La Virgen y San José presentaron al Niño Jesús en el Templo porque con ello estaban obedecieron un mandato que Dios había hecho a Moisés; que todo varón primogénito fuera presentado en el templo.
La Virgen se presentó en el templo para purificarse porque también quiso someterse a la Ley de Moisés, que ordenaba a las madres israelitas que no entran en el Templo sino después de cuarenta días del nacimiento del hijo. La Virgen purísima no tenía necesidad de purificarse; lo hizo para enseñarnos a amar la Ley de Dios. Este hecho se conoce como la Purificación de Nuestra Señora.
La Santísima Virgen María agradó en todo a Dios Nuestro Señor porque le mostró su amor obedeciéndolo en todo y fue de tal grado esta entrega absoluta a Su Voluntad que el lugar que ocupa respecto de nosotros en la Salvación eterna es fundamental.
Nos dice S. Jerónimo que "Dios no nos salvará sin la intercesión de María”.
5. EL NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO
La virgen y San José buscaron a Jesús tres días y, al cabo de este tiempo, le hallaron en medio de los Doctores de la Ley, oyéndoles y preguntándoles. La Virgen le dijo a Jesús: Hijo ¿Por qué te has portado así con nosotros? Mira como tu padre y yo, llenos de aflicción, te hemos andado buscando. (S. Lucas 2, 48).
La Virgen María y San José buscaron sin descanso al Niño Jesús hasta que lo encontraron. Ahora desde el Cielo no dejan de buscar a tantos niños apartados de los brazos de Dios.
Por desgracia son muchos los que trabajan por apartar a los más inocentes de la bondad y el amor de Dios y de su Santísima Madre
Para reparar al Corazón Inmaculado de María de las ofensas que recibe de esas personas que procuran infundir en los corazones de los niños la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia Ella hemos ofrecido hoy el Santo Rosario, la Confesión y la Comunión que recibiremos dentro de un momento en la Santa Misa.
Roguemos también por todos esos niños que son apartados de los brazos de su Madre del Cielo y que de esta manera son alejados del camino de su Salvación.
Nos dice San Bernardo que "La Devoción a María es señal de salvación eterna”
Y san Fulgencio que “María es la escala misteriosa por la cual Dios baja a la tierra y los hombres suben al Cielo”.