BENEDICTO XVI
Para la Iglesia
de hoy, el tiempo del desierto puede transformarse en un tiempo de gracia, porque tenemos la certeza de que incluso de la roca más dura, Dios puede hacer brotar el agua viva que refresca y restaura.
Queridos
hermanos y hermanas, en estos cuarenta días que nos llevarán a la Pascua de Resurrección,
podemos encontrar un nuevo valor para aceptar con paciencia y con fe cada
situación de dificultad, de aflicción y de prueba, conscientes de que de las
tinieblas el Señor hará surgir el día nuevo.
Y si hemos sido fieles a Jesús y
siguiéndolo por el camino de la cruz, el mundo luminoso de Dios, el mundo de la
luz, de la verdad y de la alegría se nos devolverá: será el nuevo amanecer
creado por Dios mismo.
¡Buen
camino de Cuaresma a todos!