Oh Dios, que os dignasteis otorgarnos
bondadosamente los infinitos tesoros de vuestro amor, en el Corazón de vuestro
Hijo, herido por nuestros pecados; concedednos, os suplicamos, que, al
ofrecerle el devoto obsequio de nuestra piedad le ofrezcamos también el homenaje
de una digna satisfacción.
Oh Dios, Protector de los que en Vos esperan, y
sin quien nada hay santo, nada verdadero; aumentad vuestra misericordia sobre
nosotros a fin de que, guiándonos Vos, podamos de tal manera pasar por los
bienes temporales, que no perdamos los eternos.