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HISTORIA DE LA IGLESIA 4


San Pablo: su carácter y personalidad. Nacido en Tarso con ciudadanía romana; instruido en las culturas helénica y judía; temperamento apasionado; fanático del judaísmo; enemigo acérrimo del cristianismo. Pequeño de cuerpo y grande alma. Al convertirse pondrá todo su fervor temperamental al servicio de Cristo.

Conversión de Saulo. Yendo a Damasco a detener cristianos, se le apareció Jesús en circunstancias dramáticas; Pablo, derribado del caballo y ciego fue trocado totalmente y siguió laos mandatos del Señor, hasta que fue bautizado y recobró la vista.

Viajes apostólicos de San Pablo. Su intenso apostolado se desarrolla principalmente en tres viajes, de recorrido y proporciones extraordinarias (6.000 kilómetros), en los que visitó toda Asia Menor, noreste de África, sureste de Europa e islas del mar Egeo.

Sus cartas. Son el momento mayor de la doctrina y celo apostólico de San Pablo; aunque no son un tratado completo de Teología, constituyen unas preciosas explicaciones catequísticas. Son en número de catorce: unas se dirigen a comunidades, otras a particulares.

Concilio de Jerusalén. Fue el primer Concilio de la Iglesia. Su finalidad principal fue dirimir la antigua disputa entre judíos y paganos convertidos. Allí, además de consagrarse la primacía de Pedro, se falló a favor de la total libertad cristiana.

San Pablo en Roma: primer cautiverio. San Pablo va de la cárcel de Jerusalén a la cárcel de Roma. Liberado a los dos años, tras de evangelizar en Roma, recorre parte de Oriente y Occidente.

San Pablo en España. Es casi enteramente cierta la venida del Apóstol a España. Además de una frase suya, parece lo prueban el testimonio  de San Clemente y el fragmento Muratoriano.

Segundo cautiverio y muerte de San Pablo. Vuelto a Roma fue encarcelado, hasta morir decapitado, al mismo tiempo que San Pedro.

Destrucción de Jerusalén. Como el Señor profetizó, Jerusalén y su Templo fueron totalmente destruidos cuando, en el año 70, las legiones romanas acaudilladas por Tito, asaltaron la ciudad tras un terrible asedio. Tito no quería incendiar el Templo; pero se había de cumplir la profecía…