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“JESÚS QUIERE ESTABLECER EN EL MUNDO LA DEVOCIÓN A MI INMACULADO CORAZÓN”




 El espíritu de esta devoción que Dios quiere instaurar en el mundo es de una plena consagración de conversión, donación, íntima estima, veneración y amor.

Todos sabemos lo que representa en una familia, el corazón de la madre: ¡es el amor!. En verdad, es el amor lo que lleva a la madre a desvelarse junto a la cuna del hijo, a sacrificarse, a darse, a correr en defensa del hijo. Todos los hijos confían en el corazón de la madre. Todos saben que tienen en él un lugar de íntima predilección. Lo mismo pasa con la Virgen María.

Así dice el mensaje: “Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios”. El Corazón de María es, por lo tanto, para todos sus hijos, el refugio y el camino para Dios.

Del corazón de la madre, reciben los hijos la vida natural, el primer aliento, la sangre germinadora, el palpitar del corazón, como si la madre fuese la cuerda de un reloj que mueve los péndulos. Mirando la dependencia del hijito en estos primeros tiempos de su gestación en el seno materno, casi podríamos decir que el corazón de la madre es el corazón del hijo. Y lo mismo podremos decir de María, cuando llevó en su seno al Hijo del Padre Eterno. Y así, el Corazón de María  es, de algún modo, el corazón de esta otra generación cuyo primer fruto es Cristo, el Verbo de Dios.

Fue en este Corazón en el que el Padre encerró a su hijo como si fuese el primer sagrario. María fue la primera custodia que Le guardó, y fue la sangre de su Corazón Inmaculado la que administró al Hijo de Dios, Su vida y su ser humanado, siendo de Él de quien todos nosotros recibimos “gracia sobre gracia”.

Dios inició en el Corazón de María la obra de nuestra Redención, dado que fue, en su “fiat”, donde tuvo principio: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”.

Y así, en la más estrecha unión que pueda existir entre dos seres humanos, Cristo comenzó con María la obra de nuestra salvación. Las palpitaciones del Corazón de Cristo, son las palpitaciones del Corazón de María, la oración de Cristo es la oración de María, las alegrías de Cristo son las alegrías de María; de María recibió Cristo el cuerpo y la sangre  que han de ser respectivamente inmolado y derramada por la salvación del mundo. Por eso, María, hecha uno con Cristo, es la corredentora del género humano: con Cristo en su seno, con Jesucristo en sus brazos, con Cristo en Nazaret, en la vida pública; con Jesucristo subió al Calvario, sufrió y agonizó recogiendo en su Inmaculado Corazón los últimos dolores de Cristo, Sus últimas palabras, las últimas agonías y las últimas gotas de Su sangre, para ofrecerlas al Padre.

Y María quedó en la tierra para ayudar a sus otros hijos a completar la obra redentora de su Cristo, conservándola en su Corazón como un manantial de gracias -Ave gratia plena- para comunicarnos los frutos de la vida, pasión y muerte de Jesucristo su hijo.
¡Ave María!

Hermana Lucía
En el libro “LLAMADAS del mensaje de Fátima”

Imágenes de Corazón de María según lo vio Sor Lucía  del Corazón Inmaculado en  Pontevedra
El cuadro, pintado al óleo, se encuentra en el Priorato de San José en Pontevedra 
(Misioneras de la Fraternidad)