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EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN


El Apostolado de la Oración -dijo Pío XI- es una de las obras más admirables del tiempo presente. Su fin particular es procurar por todos los medios el advenimiento del reino social de nuestro Señor Jesucristo
en los pueblos y en las naciones. “No debéis descansar, decía este Papa, mientras haya un alma que no pertenezca al Apostolado de la Oración”

Si Jesucristo nos dice: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia”, si, por otra parte “Dios quiere que todas las almas que salven por medio de su reino, nadie puede negar que la gracia sea necesaria en las almas y por tanto la oración, por cuanto sólo por ésta podemos alcanzar la gracia para nosotros y para el bien de los demás.

La oración, por consiguiente, y más si es continua, apostólica y asociada, como fuente de la gracia, hará que nuestro apostolado sea eficaz y con ella lograremos establecer el reinado del Corazón de Jesús y convertir las almas.

Propagar el Apostolado de la Oración es fomentar la devoción al Corazón de Jesús, que nos está pidiendo correspondencia a su grande amor.

Esta devoción como hemos dicho con los Papas “es la síntesis de toda la religión y la norma de vida más perfecta, porque la religión se reduce al amor, y la devoción al Corazón de Jesús es la devoción del amor”.

El Corazón de Jesús quiere que oremos y que le amemos y reparemos por tantos pecados como se cometen.

Tengamos presente que el fin de esta devoción es despertar el amor de Cristo en los corazones de los fieles y reparar las ofensas inferidas a Jesús, sobre todo en el sacramento de la Eucaristía.

Y la mejor manera de practicar esta devoción al Corazón de Jesús es consagrarse a Él totalmente, y consagrarse significa ofrecerse y entregarse a Él para amarle y servirle. La fórmula más sencilla para consagrarse a Corazón de Jesús es usar el ofrecimiento del Apostolado.